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EL CORONEL SÍ TIENE QUIEN LE ESCRIBA

 

No se alarmen, no voy a enmendar la plana al genial escritor colombiano Gabriel García Márquez que escribió hace ya mucho tiempo la novela El coronel no tiene quien le escriba. Pero hay coroneles y coroneles. El que nos ocupa en esta ocasión es, además, bodeguero. Se llama Joaquim Carvalho, es portugués, y está al frente de las Bodegas Vidigueira en el Bajo Alentejo. También ha elaborado un vino delicioso en homenaje al Festival Terras sem sombra, una muestra artístico-social absolutamente original en el panorama europeo, por su lúcida combinación de patrimonio artístico, música sacra y reivindicación ecológica. Al frente de esta manifestación cultural está una persona muy culta, Jose Antonio Falcao, responsable de Patrimonio artístico de la diócesis de Beja. Vinieron Carvalho y Falcao juntos a Lakasa con sus mujeres, sus amigos, sus vinos y sus aguardientes. Fue una fiesta portuguesa por todo lo alto. Saborearon, para ampliar horizontes, vinos del Bierzo y de Méntrida, y se dejaron llevar por César Martín y sus cocineros en un viaje fantástico de sabores variados, con escala privilegiada en los mejillones de Bouchot, o en salsas muy elaboradas para las vieiras, culminando con el bosque goloso en homenaje a Ibarrola, pues no en vano le están preparando al artista vasco en el Alentejo una exposición para 2014, y un par de sus esculturas han ilustrado el programa de mano de un concierto sobre Las estaciones, de Haydn, la pasada primavera, con la primera traducción al portugués del texto de Gottfried van Swieten en que se apoya el oratorio, a cargo de María Dores Galante de Carvalho, felizmente presente también en la cena de Lakasa.

Pero, ¿cómo se produjo el salto de coronel a bodeguero?, se preguntarán ustedes. “En 1982 tuve un punto de viraje en mi carrera militar”, dice nuestro hombre. “Después de haber prestado servicios en Guinea, Angola, Mozambique, Australia o Estados Unidos, y realizado cursos de Estado Mayor y Dirección, se me presentó un problema que me obligó a tomar una decisión. Mi padre, debido a un accidente, tuvo que dejar de tratar sus viñas y olivares. Mi madre y otros familiares necesitaban apoyo. La llamada de la tierra fue muy fuerte para mí y a ella me dedico desde entonces. Así que me convertí en bodeguero y también en viticultor y olivicultor”. Mima sus viñedos con primor, casi como un anacoreta. Contemplarle degustando sus vinos y los de los demás es un espectáculo reconfortante. El placer de la serenidad se impone hasta en el más escondido de sus gestos.

 

“La situación geográfica de Portugal posibilita el cultivo del vino en todo el país, pero cada región posee sus propias particularidades para la implantación de determinadas variedades o uvas. Una experiencia de siglos ha ido enseñando a los habitantes sobre los tipos de uva de mayor interés para cada zona. Como existe en Portugal una gran multiplicidad de uvas autóctonas, estas se han ido desarrollando en cada región según esos criterios de idoneidad”, afirma el coronel. Es curioso. Le seguimos llamando amistosamente el coronel, aunque han pasado ya tres décadas desde el comienzo de su aventura vitivinícola.

 

¿Qué particularidades tienen los vinos de Vidigueira?, le preguntamos. La respuesta no se hace esperar. “La región Vila de Frades/ Vidigueira es una zona productora de vinos con siglos de actividad, como se ha comprobado por las excavaciones en las ruinas romanas allí existentes. Las condiciones del terroir permitieron la implantación de diferentes tipos de uva y su apogeo de calidad. Toda la población está ligada a la viticultura lo que favorece la existencia de un know-how y de unas prácticas culturales que se han transmitido de generación en generación con las aportaciones de los pueblos que por allí han pasado. Se manifiesta,  por ejemplo, en el dominio de los procesos de fermentación. De los romanos persiste el uso de las vasijas de barro, aquí llamadas talhas. De los monjes que se establecieron en la Edad Media se conservan los famosos palhetes, con su alusión a la sangre de Cristo, tal y como era el objetivo de los monjes del Cister. En la actualidad, con la difusión de las más recientes tecnologías y del recurso de la fermentación a temperaturas controladas, surgen vinos adaptados al gusto actual. Los vinos blancos de Vidigueira poseen una frescura y una mineralización que causa un gran agrado. Ya en 1888 un blanco mereció los honores de un premio en una Exposición en Berlín. La uva oriunda Antao Vaz es la principal responsable de su buena calidad, mientras en los vinos tintos destacan las uvas Alfrocheiro, Trincadeira, Tinta Grossa, Moreto y otras”. ¡La de cosas que hemos aprendido en esta noche portuguesa por todos los poros! Y es que en Lakasa se mantienen, un día sí y otro también,  las conversaciones más imprevisibles. “Por cierto, ¿conoces el licor de bolota?”, apunta el coronel. “Pues no”. “Está en la gama de aguardientes o de licores de frutas variadas y hierbas aromáticas, que también se producen en el Alentejo. Es muy original”. Lo probamos y, caramba, no está nada mal. Escribiremos al coronel para que nos envíe una botellita.   

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